El tiempo de los maduros, de Mario Andrade
-Conté mis años y descubrí que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante que el que viví hasta ahora.
-Me siento como aquel chico que ganó un paquete de golosinas: las primeras las comió con avidez, pero cuando percibió que quedaban pocas, comenzó a saborearlas profundamente.
-Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada.
-Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido.
-Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
-No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.
-No tolero a maniobreros y ventajeros.
-Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.
-Detesto, si soy testigo, de los defectos que genera la lucha por un majestuoso cargo.
-Quiero la esencia, mi alma tiene prisa.
-Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana.
-Que sepa reír de sus errores.
-Que no se envanezca con sus triunfos.
-Que no se considere electa antes de hora.
-Que no huya de sus responsabilidades.
-Que defienda la dignidad humana.
-Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.
-Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
-Quiero rodearme de gente que sepa tocar el corazón de las personas.
-Gente a quien los golpes duros de la vida le enseñó a crecer con toques suaves en el alma.
-Sí… tengo prisa… por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.
-Pretendo no desperdiciar parte alguna de las golosinas que me quedan.
-Estoy seguro que serán más exquisitas que las que hasta ahora he comido.
-Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.
-Espero que la tuya sea la misma, porque de cualquier manera llegarás.
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